Mensaje del papa
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Desde el balcón del Palacio Cardenalicio, el papa Francisco dio su bendición a los fieles durante la mañana de su segundo día de visita a Colombia, exactamente desde Bogotá, haciendo un énfasis especial a los jóvenes. Esto fue lo que dijo el Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas:
Los saludo con gran alegría y les agradezco la calurosa bienvenida. «Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes» (Lc 10,5-6).
Hoy entro a esta casa que es Colombia diciéndoles, ¡La paz con ustedes! Así era la expresión de saludo de todo judío y también de Jesús. Porque quise venir hasta aquí como peregrino de paz y de esperanza, y deseo vivir estos momentos de encuentro con alegría, dando gracias a Dios por todo el bien que ha hecho en esta Nación, en cada una de sus vidas.
Veo aquí a muchos jóvenes que han venido de todos los rincones del País: cachacos, costeños, paisas, vallunos, llaneros. Para mí siempre es motivo de gozo encontrarme con los jóvenes. En este día les digo: mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Nadie se la podrá quitar (cf. Jn 16,22). No se la dejen robar, cuiden esa alegría que todo lo unifica en el saberse amados por el Señor. El fuego del amor de Jesucristo hace desbordante ese gozo, y es suficiente para incendiar el mundo entero. ¡Cómo no van a poder cambiar esta sociedad y lo que se propongan! ¡No le teman al futuro! ¡Atrévanse a soñar a lo grande! A ese sueño grande los quiero invitar hoy.
También ustedes, chicos y chicas, que viven en ambientes complejos, con realidades distintas y situaciones familiares de lo más diversas, se han habituado a ver que no todo es blanco ni todo es negro; que la vida cotidiana se resuelve en una amplia gama de tonalidades grises y esto los puede exponer al riesgo de caer en una atmósfera de relativismo, dejando de lado esa potencialidad que tienen los jóvenes, la de entender el dolor de los que han sufrido. Ustedes tienen la capacidad no sólo de juzgar, señalar desaciertos, sino también esa otra capacidad hermosa y constructiva: la de comprender. Comprender que incluso detrás de un error —porque el error es error y no hay que maquillarlo— hay un sinfín de razones, de atenuantes. ¡Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!
También vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar atados a rencores. Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa Colombia que nos necesita a todos y que los mayores le debemos a ustedes.
Sólo así se animarán a descubrir el País que se esconde detrás de las montañas; el que trasciende titulares de diarios y no aparece en la preocupación cotidiana por estar tan lejos. Ese País que no se ve y que es parte de este cuerpo social que nos necesita: descubrir la Colombia profunda. Los corazones jóvenes se estimulan ante los desafíos grandes: ¡Cuánta belleza natural para ser contemplada sin necesidad de explotarla! ¡Cuántos jóvenes como ustedes precisan de su mano tendida, de su hombro para vislumbrar un futuro mejor!
Queridos hermanos y hermanas de este amado País. Me dirijo ahora a todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, como quien quiere ser portador de esperanza: que las dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza. Creemos que Jesús, con su amor y misericordia que permanecen para siempre, ha vencido el mal, el pecado y la muerte. Sólo basta salir a su encuentro. Los invito al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable, fecunda. Desde este lugar, los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz.
Información suministrada por Prensa Visita Papa