Edilma Loaiza: una historia de supervivencia y resistencia en Armero
- por Kelly Perdomo
A pesar de la pérdida y el olvido, la sobreviviente de la tragedia de Armero, sigue tejiendo su vida con valentía y esperanza.
Hoy, 13 de noviembre, se conmemora 39 años de la tragedia de Armero, una fecha que evoca dolor y recuerda la fuerza de la naturaleza. Pero entre las historias de pérdida y desolación, emergen voces de resiliencia como la de Edilma Loaiza, una mujer que, a pesar de haberlo perdido casi todo, se aferró a la vida y hoy, casi cuatro décadas después, continúa su camino con valentía.
En aquella fatídica noche de 1985, Edilma vio cómo la avalancha arrasaba con su hogar y le arrebataba a tres de sus hijos y a su esposo. "La niña se degolló con los escombros", relata, recordando la imagen de su pequeña entre los restos de su casa. En medio del caos, logró sacar a su hijo Edward con vida, aferrándose a él como un símbolo de esperanza.
Pero la tragedia de Armero no se limitó a la erupción del volcán. Edilma, como muchos otros sobrevivientes, enfrentó el despojo, la indiferencia y el olvido. "Nos robaron las pertenencias que teníamos de valor", denuncia, recordando cómo la defensa civil priorizaba la evacuación de los muertos, dejando a los sobrevivientes a su suerte.
En su lucha por sobrevivir, Edilma tomó una decisión desgarradora: cortarse una pierna para liberarse de los escombros y buscar a su hijo Edward, quien había sido entregado a la Cruz Roja. "Tuve que pagar para que lo rescataran", revela, denunciando la corrupción que se aprovechó del dolor de las víctimas.
A pesar de reencontrarse con su hijo, las dificultades continuaron. Las promesas de ayuda se desvanecieron y Edilma tuvo que enfrentar la negación de una vivienda y la falta de apoyo por parte de las instituciones. "Salimos por nuestras propias cuentas de los hospitales", recuerda con amargura.
Sin embargo, Edilma no se rindió. Con la ayuda de algunas personas que conoció en Medellín, logró reconstruir su vida y sacar adelante a su hijo. "Comencé a buscar a los pocos de mi familia y a vivir con ellos", cuenta, destacando la importancia de la solidaridad en momentos de adversidad.
Después de 29 años de silencio, Edilma decidió compartir su historia, un proceso que describe como "una sanación". Contar su experiencia en el programa "Valle sin sombras" le permitió liberar el dolor y encontrar una forma de cerrar las heridas del pasado.
Hoy, Edilma y su hijo Edward viven con dignidad, trabajando y saliendo adelante. Ella se dedica a la elaboración de adornos navideños con follaje, mientras que Edward arregla gafas. "No somos ricos, no somos pobres, pero sí tenemos una posibilidad de poder todavía defendernos", afirma con orgullo.
La historia de Edilma Loaiza es un testimonio de resiliencia, coraje y esperanza. A pesar de las profundas heridas dejadas por la tragedia de Armero, ella ha sabido encontrar la fuerza para seguir adelante, demostrando que incluso en medio de las cenizas, la vida puede florecer.