El profesional del volante lamentó la falta de compañerismo de dos colegas y pidió a las autoridades realizar más controles de seguridad para controlar la delincuencia.

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La inseguridad sigue al acecho en Ibagué y el gremio de Taxistas es uno de los más afectados, donde semanalmente los profesionales del volante denuncian ser víctimas de diferentes hechos de delincuencia en la capital tolimense.

Durante el fin de semana, Héctor José Flores, taxista víctima de hurto, le contó a las Noticias de Ondas de Ibagué el caso donde un hombre lo apuñaló dos veces por robarle el celular, hechos que ocurrieron en el barrio Protecho Topacio a la madrugada del sábado.

“Los hechos se presentan a la 1:30 a.m. de la madrugada del sábado, me desplacé y recogí al pasajero que me pidió inicialmente llevarlo a la Casa de la Justicia y luego a la Iglesia Protecho Topacio, el hombre me saca un cuchillo, amenaza de muerte y me hace dos lances a mi humanidad con la mano y resulté lacerado en la mano derecha con dos puñaladas”.

Flores reveló que al terminar herido se desplazó a pedir asistencia, donde logró ser atendido y producto de las graves heridas le tomaron puntos y dieron incapacidad por cinco días.

“Fui a Asotrauma y me revisaron la mano y realizaron los primeros auxilios, me tomaron puntos y dando como resultado cinco días de incapacidad por las lesiones, ya estamos en periodo de recuperación y vamos muy bien”.

Entre tanto, lamentó la falta de compañerismo que tuvo por parte de dos colegas quienes acompañaron el recorrido al llegar a la zona del hurto, pero luego de cierta parte no aparecieron a brindar la ayuda ni cuando terminó herido.  

“Con la base se coordinó porque ellos dijeron que estaban en el sitio, al llegar uno me pitó y el otro me cambió luces, cuando entré al callejón entre la Iglesia y la manzana que queda sin salida en un terreno árido y los compañeros no aparecieron ni cuando estaba herido ni haciendo el recorrido, eso me causó desconcierto”.

Por último, reveló las características del delincuente, quien durante el recorrido fingía hablar por celular con una hermana a la cual iría a recoger.

“Era un joven de 25 años, tez trigueña, delgado y con un tatuaje en una de sus manos, con un celular en la mano presumía estar en contacto con un familiar, decía que era una hermana, que estaba tomando y que la iba a recoger y eso, a mí no me causó curiosidad. Mi esperanza eran mis compañeros que me dejaron morir en manos del delincuente”.